jueves, 27 de septiembre de 2018

ALMAS INQUIETAS. Una bomba de agua... llena de agua

Una bomba de agua... llena de agua
Durante mi vida, he tenido dos problemas con bombas. Este fue el primero:
En uno de mis últimos campamentos Scout (tendría sobre los 19 años) me tocó encargarme de la bomba de agua. La situación era que por problemas de falta de lugares de acampada, acabamos en un campo de labranza que nos dejó un lugareño. Para nosotros -la verdad es que éramos muchos- el sitio estaba muy bien: era amplio, tenía una pequeña letrina, una caseta donde cocinar y guardar los alimentos, y una pequeña "piscina" donde almacenar agua de un hondo pozo, sacada con una bomba.


El abuelete me explicó a mí, el que más idea tenía de mecánica (o sea, imaginad al resto... pero es que yo era el único que leía revistas de motos, aparte de tener una Vespa), como arrancar y mantener dicha bomba. 

De entrada estaba dentro del pozo, en una especie de balcón bastante profundo hecho con hierros, donde bajabas con una escalera de mano. Allí debías abrir la llave de gasolina, dejar que el (tan viejo como la bomba) carburador se anegase y dejara caer unas gotas (que le daban un regusto asquerosillo al agua), enroscabas la áspera cuerda al volante de inercia y después de hacer que éste girara un poco hacia delante y atrás, tirabas con fuerza. Yo siempre he tenido un don con estas cosas de los arranques "animales", y lograba no dar más de tres tirones antes de hacerlo funcionar. Vamos, que el puesto de "bombero" fue mío.

La verdad es que la bomba tenía un montón de años pero funcionaba de miedo, con un caudal considerable, motivo por el que el abuelo no la cambiaba por algo más moderno que apenas podía subir agua arriba si no invertías una cantidad alta de dinero. Como podéis imaginar, del pozo salían dos tubos: uno era ancho y de plástico blando, por el que subía el agua. El otro era un artesanal prolongación metálica del tubo de escape, para que el "bombero" no se ahogara en el pozo con la azul humareda del viejo motor dos tiempos, retenida además por unos tablones que pusimos en la boca del pozo para evitar que algún niño cayera por el agujero.

Pero el problema fue que dichos tablones animaban a los niños a acercarse mucho... demasiado... y algún valiente se le ocurrió colgarse de la gruesa manguera de agua. Si hubiese sido en un momento en el que el motor estaba parado, pues posiblemente no hubiese pasado nada, pero se ve que al niño lo que le hizo gracia era ver como vibraba la tubería con los impulsos del líquido al subir y quiso probarlo agarrado a ella. La goma se dobló con el peso, contactó con el caliente tubo de escape y se quedó pegada a él. No tardó en fundirse, hacerse un agujero y comenzar a perder agua con un gran chorro... que entró en el escape y ahogó, literalmente, el motor.

Así que ahí estábamos, sin bomba de agua, sin medio de sacarla del pozo, y aguantando el careto del Cura jefe del Grupo Scout. Trajeron una bomba del pueblo, pero tal como he comentado, las normales eran demasiado flojas para tanta altura y necesidad de caudal.
Bueno, pues yo me propuse arreglar la bomba, pese a los malos augurios de todos, el Cura el primero. Entre cuatro la sacamos del pozo y comprobé daños. Saqué el escape y estaba lleno de líquido. Quité la bujía, le di a la "cuerda de arranque" y saltó hacia arriba un chorro de agua de casi tres metros... La cosa no pintaba bien, sabía que le iba a tener que dar muchas, muchas veces a la cuerda hasta que quedara el cárter del dos tiempos libre de agua. 
Otra cosa que me daba vueltas era el encendido: si se había mojado el generador no había nada que hacer pero ¿cómo comprobarlo? Pues con ayuda... que además fue voluntaria: se me arrimó una de las "scauitas" y con voz dulce dijo "¿Te ayudo en algo?" je, je... algo malévolo pasó por mi mente... "Sí, mira, coje aquí" le dije mientras le pasaba la bujía cogida a la pipa. Coloqué la cuerda, balanceé el volante de inercia... ¡y le di con ganas! La pobre jovencita saltó hacia atrás dos pasos mientras sacudía la mano "¿Que te pasa?" dije con cara de no saber lo que ocurría "Me ha dado la corriente". Pues eso... ya sabía que el encendido daba chispa... :-D

Llegó lo más duro... más de una hora de dar y dar y dar a la cuerda. Cuando ya tenía la mano que no podía más, y cuando ya nadie me prestaba atención (excepto el cura, que no me quitaba de encima sus ojos frustrados), decidí hacer una prueba. Monté el escape, la bujía, abrí el paso de gasolina, vi caer las dos o tres gotas, cerré la llave, cuerda... balanceo... ¡y tirón! pra-paa-paa-pra-paaaaaa..... Y se paró. Pero yo tenía claro que sí arrancaría. Un intento fallido y a la tercera arrancó con un rugido que no delataba los montones de años del motor. Mi cara no la vi, claro, pero os la podéis imaginar... ...y la del Cura también... je, je, je... Unos días después terminó el campamento, el dueño del terreno estaba contento y la bomba funcionaba de lujo. Y yo fui el héroe por un momento.


Miguel

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