jueves, 20 de julio de 2017

¿Por qué nos dejamos engañar? 1/2

Ayer concluí la lectura y toma de notas del libro que he tenido entre manos durante unos días; “La Sombra del Viento” es su título y Carlos Ruiz Zafón, su autor. Está editado por Planeta. Si cito estos datos es porque de los tres tengo algo que decir, por desdicha, en tono poco encomiástico, lo cual me apena y disgusta porque el libro, el autor y la editorial citados gozan de una reputación y aplauso muy extendidos,  aunque algo exagerados, a mi juicio.

El libro es una antología de solecismos, entendiendo por tales las faltas de sintaxis y los errores cometidos contra las normas de un idioma. En una lectura no excesivamente premiosa, he anotado más de novecientos, y los hay de todo pelaje: perífrasis, retruécanos, anfibologías, elipsis, disfemismos, leísmos, paronomasias, tautologías, anacolutos, oxímoron forzados, abuso de metonimias y sinécdoques…

Hay que hacer constar que quien escribe estas líneas no es gramático, ni filólogo, ni purista del idioma ni nada que se le asemeje. Se tiene a sí mismo por un simple y asiduo lector, aficionado a la buena literatura y desafecto a los bodrios, que suelen atragantársele en el galillo y le impiden su gustosa deglución. Y esto último es lo que le ha acontecido, precisamente, con el libro de que hoy habla.

La cita literal de las novecientas y pico anotaciones convertirían este artículo en un texto plomizo, cargante y adormecedor pero para justificar su redacción y alumbrarla con algunos ejemplos, es necesario espigar un “florilegio” extrayéndolo de la rica colección de barbarismos  y otras perlas (anglicismos, galicismos, catalanismos, vulgarismos, idiotismos etc. )  que adornan el contenido de “La Sombra del Viento”.

Antes de esa labor, el articulista se toma la libertad de reseñar su parecer sobre el argumento y los personajes que desarrollan la obra.  Ambos pueden calificarse de muy menesterosos y necesitados:
- la historia no pasa de historieta : entretiene, distrae… y poco más. Es lo mismo que la televisión, producto fabricado solo para entretener, aunque un elevado porcentaje de sus espectadores, tomando el rábano por las hojas, hace de los contenidos televisivos el dechado, espejo y molde con el que modelar gregariamente sus propias vidas… y así nos va. Espero que no acontezca lo mismo a los lectores de este libro,  porque a la literatura es lícito pedirle, como Arte que es, que además de entretener, enriquezca el vocabulario, la expresividad, la cultura del lector, que  ennoblezca sus emociones ,sentimientos  y valores y lo cierto es que ni un atisbo de esa fortuna ha sido posible encontrar en el libro.
La confusión expresiva, presente en casi todo el libro, deja con frecuencia al lector  con cara de cuaresma mientras trata de ordenar el fárrago enmarañado de datos contradictorios e incoherencias en que incurre el artificial y esquinado argumento. La reiteración machacona de esta turbulencia expositiva provoca la perplejidad, la turbación y, en muchas ocasiones, el desasosiego del lector. No es creíble la historia ni gozosa su lectura.
- En cuanto a los personajes, resulta forzoso reconocer que no transmiten emoción alguna; comparecen en escena mortecinos, carentes de vitalidad, como si estuviesen construidos con cartón-piedra. Recuerdan bastante a los “ninots de falla” valencianos : una gesticulación, un rasgo, una expresión… y nada más.
Eso sí; logran muy meritoriamente que el lector eche de menos a los personajes legendarios de la buena literatura, protagonistas de inolvidable historias, llenos de vida y de humanidad que nos dejaron Galdós, Cervantes, Delibes, Azorín, Alarcón, Valera, Dostoiewsky, Sthendal, Tolstoi, Dickens, Balzac, Blasco I., Clarín, P.Valdés, Baroja, Umbral, Cela, Vargas Llosa, G.Márquez… y tantos otros.

Tras este dilatado preámbulo, vayamos al repertorio de “perlas” prometido, no sin antes manifestar que acuden a la mente en esta circunstancia las palabras de Miguel de Cervantes en su “Viaje del Parnaso”:
 “Yo que siempre me afano y me desvelo
por parecer que tengo de poeta,
la gracia que no quiso darme el Cielo.”

Gracias que no quiso dale el Cielo a Ruiz Zafón son la capacidad para hallar el verbo que “está pidiendo” cada frase, la aptitud para adjetivar con garbo y propiedad, y el conocimiento, siquiera somero, del significado léxico de los vocablos que cobija el Diccionario.

Pero el atributo más destacado de este autor, que el Cielo no ha pretendido ni aún atenuar, es la tendencia incoercible a producir metáforas chirriantes, incoherentes, malolientes, desafinadas, chocarreras y utópicas (por lo de “fuera de lugar” en que se emplazan).  Veamos algunas:
- (Pág. 142)_ “Escuché la respiración nerviosa de la portera y percibí el vahído agrio a sudor que desprendía”_ Pero un VAHÏDO es un desvanecimiento o un desmayo. Acaso el autor quería haber dicho la VAHARADA.
- (Pág. 367) _ “Sentí un vahído de frío en la nuca…”_ ¡Otra vez !
- (Pág. 359)  _  “Un vahído a madera quemada…”_  Siempre lo mismo.
- (Pág. 136)    _  “Un vahído de aire frío silbó por el orificio de la cerradura."_ Un mareo silbante, ¡qué extraño!
- (Pág. 312)    _  “…sus uñas escarlata, recién manicuradas…”_Este debe de ser el participio del conocido verbo “manicurar”.
- (Pág 311)       _  “Casi se murió de pena, cuando su esposo de tres años…”_ Muy joven, el esposo. Probablemente quiso haber dicho  “…su esposo, desde hacía tres años…”
-  (Pág. 268)     _  “…la purria de indianos y gentuza que venía de América…”_ ¿Qué será una PURRIA?  Si alguien tuviera la bondad de explicarlo…
- ( Pág. 129)      _ “…el embaldosado ajedrecístico…”_ Será AJEDREZADO.
- ( Pág. 522)      _ “…un apuesto reportero norteamericano inmune al despeine.”_ Es posible que quisiera decir “…indemne a un despeinado.”
- ( Pág. 23)        _ “Según me explicó mi padre, Gustavo Barceló estaba, técnicamente, forrado, y lo de la librería era más pasión que negocio”_ En mi entorno nadie sabe decirme qué es eso de estar forrado técnicamente. Puede ser que LITERALMENTE sea más apropiado.
-  (Pág. 23)        _“Barceló poseía una memoria de elefante y una pedantería que no desmerecía en porte o sonoridad, pero si alguien sabía de libros extraños, era él.”_ ¿De quién desmerecería la pedantería, del elefante o de la memoria?
-  (Pág. 23)      _  “Barceló hizo señas a un camarero con aspecto inminente de ser declarado monumento histórico…”_” Un aspecto inminente “ suena raro, ¿no?  Quizás pretendía decir “… con aspecto de ser declarado monumento histórico de forma ( o en un plazo) inminente.
- (Pág. 411)      _“…crucé frente al cine Capitol donde dos  pintores entarimados en un andamio contemplaban desolados…”_ Habrá querido decir  “encaramados”.
- (Pág. 350)   _  “… de la que emergían el narizón incolumne, dos orejas como antenas repetidoras y unos ojos de ratoncillo abatido”_ ¿Algún gentil anatomista podría aclarar en qué consiste lo del narizón “incolumne”?  ¿Que no tiene columnas?  Acaso sin TABIQUE NASAL, pero ¿COLUMNAS?
- (Pág. 359)     _ “…y la encendí una a una, conjurando un halo de luz _ámbar…”
- (Pág. 401)      _ “Pasos firmes, apresurados, que castigaban el piso (sic) y conjuraban un código funesto" (?)_ ¿Qué significado tendrá para el autor el verbo CONJURAR?  ¿No encontrará otros más adecuados a cada caso)
- (Pág. 402)      _ “Fumero le clavó un culatazo al jarrón con flores…”_ El verbo resulta ligeramente impropio, pues un culatazo se da, se infiere, se propina… ¡pero no se clava!
- (Pág. 338)      _ “…el primer puñetazo bastó para derribarle de un plumazo…”_ ¿Cómo lo derribó, por fin, de un plumazo o de un culatazo?
- (Pág. 343)     _  “ El halo de vapor ardía en motas de plata, la claridad del tragaluz un velo blanco sobre el rostro de Clara.”_ ¿Dónde está el verbo?
- (Pág. 433)      _ “…se instalaría en la sala en un plegatín que le había prestado un vecino.”   _¿PLEGATÍN es neologismo que sustituye a CAMA PLEGABLE?
- (Pág. 479)      _ “…un hombre envejecido, sin pelo ni fuego en la mirada…”_ Parece ser que no es frecuente encontrar miradas pilosas. Habrá pretendido decir “sin pelo en la cabeza ni fuego en la mirada”
- (Pág. 479)       _ “… lo abrazó, temblando, y aullando lágrimas.” _(sic)
- (Pág. 393)    _    “…engalanado con un abrigo de camello (sic) y un bastón de marfil (la empuñadura, ¿no?)  que no necesitaba y que blandía como una mitra cardenalicia…”_ Si blandía un bastón, debemos suponer que se está refiriendo al BÁCULO  del cardenal, y NO A LA MITRA, que es un cubrecabeza alto y apuntado. Blandir una mitra es fenómeno inusual que induce a imaginar un duelo a sombrerazo limpio.  Lamentable confusión.
- (Pág. 498)  _    “Le dije que sí, que era mi marido. Cuando un cura rapaz apareció para prodigar (sic) sus últimas bendiciones, lo ahuyenté a alaridos."_ ¿Querría robar algo el cura. La consabida rapacidad del clero… ¿ O es que se trataba de un carita joven, casi un muchacho? Nos quedamos con la duda.
- (Pág. 130)     _   “… el mamarracho aquel de la última vez, ese con nombre de torero…” _ Está hablando de su personaje Fernando Romero de Torres. Hay que aclararle que Romero de Torres no fue torero, sino pintor.
- (Pág. 130)      _  “… se me pusieron unos dientes largos como palmatorias…”_Las palmatorias son candeleros bajos y tienen forma de platillo. Se utilizan para soportar los cirios.
- (Pág. 130)      _  “… se me cayó la lengua a los pies…”_  Debe de ser el alma, pues de lo contrario habría que suponer que quien habla es una jirafa o un camaleón.
- (Pág. 212)      _ “… los entrepanes de jamong…”    
El autor intenta imitar el habla de un andaluz. Pues un andaluz no llama “entrepan” a un bocadillo, ni sometido a tortura.


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